Este libro no necesitaba prólogo: la carta del señor Velarde, con la cual va honrado, y la primera mía, contestación a ella, justifican la publicación en El Imparcial de los artículos cuya colección forma el texto de este volumen; y el motivo de coleccionarlos en él, es la demanda que de su colección me han hecho los amigos que me leen y los libreros que me venden. Y que no se me ofenda ningún librero, ni se me engalle ningún académico por esta frase: porque se dice que se lee y que se vende a Quevedo o a Valera cuando se leen y se venden sus obras: lo mismo me sucede a mí; unos me leen y otros me venden; y si los que me venden no me vendieran, no me leerían los que me leen, y yo publico este libro por agradecimiento a los unos y a los otros. La razón y la excusa de lo que en él de mí mismo digo, van también alegadas en su relato; pero de las circunstancias en que le he escrito y del motivo de imprimirle dividido en dos partes y no en Madrid, sino en Barcelona, me conviene, aunque necesario no sea, decir cuatro palabras; siquiera no encuentren cuatro lectores a quienes leérmelas interese, ni media docena que en leérmelas se complazcan. Para no hacer de estos recuerdos un libro demasiado voluminoso, y en tan pequeños caracteres impreso que resulte tan difícil como enojoso de leer y de tener en las manos, lo he dividido en dos tomos pequeños. No teniendo además la vanidad de creer que este miserable y prosaico engendro mío sea para mí la gallina de los huevos de oro, y deseando saber el número de ejemplares que necesito para mis lectores, y por el pedido del primero regular la tirada del segundo, suplico a mis suscriptores que hagan la suscripción al segundo al recibir o comprar el primero, en el recibo que le acompaña. El tomo II llevará un apéndice nuevo en verso y prosa; y toda la obra corregida y ampliada como permite el libro y no admite el periódico, va dedicada al más moderno y al mejor y más bravo de mis amigos.
- Editorial Porrúa #681
- Colección "Sepan Cuantos"
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