Con Tolstoi y Dostoievski ocupan las letras rusas un sitial de honor en la literatura occidental. Si antes de ellos había producido Rusia poetas y prosistas de gran mérito, tales como Puchkin, Lermontov y Turguenev, sus obras no habían rebasado todavía sus fronteras ni fueron traducidas hasta más tarde. La literatura rusa no se impone en Occidente hasta finales del siglo XIX con La guerra y la paz, Ana Karenina y Resurrección, tres monumentos de la narrativa. Hasta entonces, ningún escritor ruso había conocido aún la popularidad de Tolstoi. Sus obras son testimonio de un valor artístico y de un contenido filosófico y humano excepcionales. Rusia entera puso los ojos en ellas. Sus compatriotas se angustiaron de inquietud cuando los periódicos difundieron la noticia de la huída de su autor y quedaron anonadados con el drama de la estación de Astápovo. No es un hombre de letras ni un pensador el que ha muerto, escribía Máximo Gorki, sino un hombre maravilloso, un hombre que pertenece a la humanidad entera. Gracias al impacto que produjo Tolstoi con su talento, con la riqueza de su personalidad y con su sorprendente línea de vida, van a invadir la literatura y el pensamiento occidental escritores como Turguenev, Chejov, Dostoievski y Gorki. Lev Nikolaevich Tolstoi nació el 28 de agosto en Jasnaia Poliana, departamento de Tula. Su familia descendía de alemanes que habían abandonado su tierra natal para venir a establecerse en Ucrania a mediados del siglo XIV. Pedro el Grande otorgó el título de conde a un Tolstoi que le había acompañado a Holanda. Más ilustre aún era la ascendencia materna: María Volkonskaia, su madre, pertenecía a una familia, cuyo fundador, el príncipe Miguel Tchernigov, descendía en línea directa del Rurik, el legendario héroe escandinavo del siglo IX, fundador de la dinastía Varega. y también por línea materna contaba Tolstoi entre sus ascendientes a Ghedimin, príncipe de Lituania y fundador de Vilna.
- Editorial Porrúa #394
- Colección "Sepan Cuantos"
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