Quien así siente, amigo, quien así se expresa, no hay duda que en las alas de su corazón y de su fantasía ha podido vagar por las poéticas regiones. Si la juventud suele cansarse hoy de la vida y no acierta a pintar ni a comprender la felicidad y la desgracia, es porque hombre y mujeres se forjan desde muy temprano un mundo quimérico y, alimentándose de su propia locura, acaban por confundir las luces y las sombras; y maldicen como un engaño infernal los atractivos eternos de la naturaleza. A eso llaman idealismo de la Edad-Media, sin recordar que el fantástico Dante se inspiraba de tal suerte en la realidad, que pobló el paraíso, el purgatorio y el infierno de sus amigos y enemigos, ya coronándolos con los destellos del amor, ya encadenándolos a la picota del odio. Esta porta, a los pies de Dios y entre las garras del demonio, sólo descubre a Italia; en la misma lucha de los ángeles bíblicos no ve sino güelfos y gibelinos. Después de esta exégesis simplísima de la obra de Dante, Ramírez centra su comentario en el libro del joven poeta. Fíjese usted, amigo mío, en que usted se eleva sobre sus jóvenes rivales siempre que retrata una hermosura real, cuando lamenta una desgracia que le ha dejado visibles cicatrices o cuando saborea en el cáliz del recuerdo las últimas gotas de un festín amoroso; sus versos entonces, si gozosos, son el canto de una virgen, si tristes, aparecen escritos con sangre. Cuando usted se ausenta de sí mismo por seguir mejores modelos se cansa y se extravía. Ya, en su primera comedia, he tenido el gusto de saludar a un poeta dramático, ahora felicito a un poeta lírico; la literatura contempla en usted dos promesas; y yo hago votos para que ellas se vean coronados de gloria.
- Editorial Porrúa #221
- Colección "Sepan Cuantos"
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