Ofrece Salgari en esta novela un episodio asaz horripilante en un escenario novísimo: las cloacas de Assam. Guía a Yáñez y a su gente un baniano por aquel laberinto de canales, cuevas y saltos de agua, colmado de ratas, en el que viven a medias algunos parias. Apresan al falso bracmán quien, al parecer, es en realidad un paria. Sin embargo, la incógnita que lo rodea no se despeja aún pues se desconocen los fines y motivos que lo impulsan. Yáñez da una muestra del desparpajo, tal vez debiera decir de su fortaleza, cuando, al salir de las alcantarillas, de ese antro de hedores, tinieblas y trampas, dice tranquilamente: "Vamos, pues, a cenar. Todos tenemos un hambre terrible después de tantas marchas y contramarchas." El falso bracmán crea otros problemas graves a los héroes y la acción continúa bajo tierra, ahora en los subterráneos del palacio de la rhani, en el que pululan los arghilahs: "extraños volátiles, altos como un hombre, con la cabeza calva, roñosa, perforada por dos ojillos de un negro intenso en una orla rojiza y armados de un pico enorme en forma de embudo, capaz de tragarse medio cordero o media docena de cuervos y de metérselos a la fuerza en una bolsa violácea que sirve de vestíbulo a un poderoso estómago, tan grande como el de los avestruces africanos". Además de estos animalejos tan poco atractivos, las ratas contribuyen a desplegar escenas espeluznantes. Después, en unos pantanos, aparece otra rara especie zoológica... peces realmente muy singulares, con la piel negra y viscosa, cabeza cuadrada, casi como la de un sapo, y con dos largas membranas que corren a ambas partes del cuerpo. Estos peces extraños, explica el veronés- muy parecidos por su aspecto a los llamados ascolott, que pueblan los lagos que pueblan los lagos mexicanos, son muy numerosos en las aguas estancadas de la India, y se les busca con gran codicia por su carne sabrosa y delicadísima ". Se trata, sin duda, de los ajolotes los cuales, como es sabido, no son peces sino batracios. Utiliza Salgari en El falso bracmán otro recurso eficaz que podría ser identificado como "desdoblamiento de personaje", por medio del cual aumenta la curiosidad del lector. Dicha curiosidad no queda satisfecha con el desenlace, porque la acción continúa en: La calda de un imperio. Se inicia esta novela con el asalto a la pagoda de Kalikó, ocupada a la sazón por los secuaces de Sindhia. éste ha sobornado a los súbditos de la rhani, y el maharajá portugués se ha quedado con nueve hombres, entre ellos un cornac, esto es, el que guía a los elefantes. Uno de los paquidermos, Sahur de nombre, desempeña en los incidentes que siguen un papel muy importante.
- Editorial Porrúa #264
- Colección "Sepan Cuantos"
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