En Marianela, Galdós declara la superioridad del mundo de la realidad sobre el de la imaginación y el deber de abandonar ésta para penetrar en aquél. Con La desheredada, el novelista toma posesión de la realidad. Esto es lo que hace que con esta obra comience un nuevo ciclo en la creación galdosiana. Lo que hubiera tratado de una manera abstracta cuando escribió Doña Perfecta, ahora se torna individual. Procura basar el diálogo y las descripciones en el documento humano. Recorre la etapa naturalista de un solo impulso, desde 1881 a 1885. Dickens y Balzac son sus modelos, Taine y Compte sus guías, Zola el fermento vital, Cervantes su maestro indiscutible. En El amigo Manso, Galdón penetra más decididamente en el mundo naturalista que en La desheredada, y goza describiendo las tazas sucias de café o la busca de nodriza. A los personajes los estudiará para descubrir su temperamento y en relación con el medio. La sociedad se presenta en función de los personajes, de la economía, de la política. más que desde una moral dada o desde un punto de vista religioso o desde una idea abstracta. El cinismo, la necedad, el engaño, el afán de figurar, la ambición social, la vaciedad acompañada de lugares comunes, la difícil aclimatación a un nuevo ambiente, el paso de una clase social a otra, el impulso incontenible de la democracia son los elementos que analiza el novelista y lo hace como un científico, objetivamente La obra, junto a 1a observación del natural, lleva un gran cargamento ideológico y además hay en ella una multitud de propósitos; quizá a esto se deba el rigor de su estructura. Le basta con hacer a Manso amigo de León Roch para que un lector de Galdós capte inmediatamente la filiación krausista del personaje; en cambio insiste en su personal antifeminismo, que ha de culminar en Tristana. También enlaza insistentemente la novela con el Quijote, pues Manso es un Don Quijote, filósofo aventurero, lo cual tanto como para documentar la evolución del mito nos sirve para ver a Galdós interpretando y sintiendo la figura cervantina, caballero del bien. Sería útil que, a través de Don Benito y sus contemporáneos, se nos diera la visión que se tuvo durante los últimos treinta años del siglo XIX de los siglos XVI y XVII. Por ejemplo, en esta novela se cita entre los poetas del siglo XVI a San Juan de la Cruz, lo que es más bien raro en el XIX; falta el nombre de Garcilaso, y el de Herrera ya acompañado de los adjetivos enfático, ruidosísimo. La belleza de Herrera, dicho sea de paso, era aún más incomprendida que la de Góngora. Para Galdós (véase Misericordia) el Barroco representa lo feo en el arte. También elige a los prosistas modernos, entre los cuales cita a Mesonero; con esta excepción, los otros nombres son los que se deben Incluir: Jovellanos, Moratin, Larra.
- Editorial Porrúa #383
- Colección "Sepan Cuantos"
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