Con plena conciencia de su responsabilidad como escritor y teólogo, san Agustín analiza, al final de su vida, en estas Confesiones, su producción literaria, revisando y criticando cuanto salió de su pluma, con minuciosa diligencia, además evoca las circunstancias en que se originó cada obra. Se trata de una confesión de los pecados propios, un acto de contrición, pero también de una apología personal que transmuta en una purificación de su herencia autoral. “Los trece libros de mis Confesiones —escribió San Agustín— alaban al Dios justo y bueno así por mis obras rectas como por mis malas acciones y excitan hacia él el espíritu y el corazón del hombre. Por lo que a mí concierne, al menos, han ejercido sobre mí esa influencia mientras lo escribía y la siguen ejerciendo ahora cada vez que los leo.”
- Editorial Porrúa #142
- Colección "Sepan Cuantos"
- Portada Flexible